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…que la sangre que vais a derramar no caiga jamás sobre Francia

21 enero, 2024

Contenidos

  1. Balance de la revolución
  2. La descristianización de la primogénita de la Iglesia
  3. La destrucción de la monarquía católica
  4. El rey de los regicidas
  5. Recordar que después de la muerte no hay sueño, sino Vida

La calle, la literatura de folletín, la propaganda y la industria cinematográfico-televisiva nos han enseñado que la revolución francesa es un grandioso acontecimiento en el que los derechos humanos fueron descubiertos y en el que la humanidad nació a la luz después de siglos de tinieblas y tiranías.

Balance de la revolución

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Ya que los panegíricos y la propaganda no nos hablan de ellos, vamos a los hechos reales: un poco de números nos ayudarán a poner a la revolución francesa en perspectiva.

Cantidad de personas guillotinadas sólo en París (de 16 a 93 años): 2,794. En las provincias: 42,000 de las cuales sólo 17,000 fueron sometidas aunque sea a la parodia de un proceso.

Ejecuciones fuera de la guillotina:

Armas blancas o contundentes. Paris: 1,395 asesinados de los cuales 420 no pudieron ser nunca identificados pues sus cadáveres fueron mutilados o quemados. También en Bois de Beaure (Vendée) fueron asesinadas por las autoridades revolucionarias unas 300 mujeres con bayoneta (para ahorrar municiones, se justificó).

«Cañonadas» (Se colocaba a las víctimas en grupos y los cañones cargados de metralla disparaban contra ellos. Era para no perder tiempo en las ejecuciones individuales): 1,876. Fusilamientos: 7,200 (aproximadamente). Noyades («ahogamientos»: se ataba a las víctimas y se les ahogaba en un río): 4,800. Masacres en las Colonias: 50,000

Si mi calculadora y mis dedos no me fallan, tenemos un total de ejecutados de 110,000 personas (más o menos) de 1789 a 1795. O sea: para cumplir sus fines, la revolución francesa ejecutó de manera más o menos salvaje y horrenda a 50 súbditos franceses diarios durante seis años.

Eso sin contar con el saldo de muerte que dejaron las diferentes guerras civiles a las que la revolución francesa sumió a Francia en ese período y cuya estimación de víctimas va desde los 600,000 a los 800,000 muertos. No hablaré de las guerras de conquista que las fieras revolucionarias lanzaron en contra de Europa. Ni mencionaré tampoco que la revolución francesa llevó a cabo el primer genocidio de la historia en la Vendée, ni que fue bajo su patronazgo sangriento en el que llegaron a su edad madura las ideologías que azotaron al mundo los siguientes dos siglos… sería muy largo y me lo reservaré para posteriores discursos.

¿Pudo salir algo bueno de esa orgía dantesca de sangre? No.

La descristianización de la primogénita de la Iglesia

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El objetivo de la revolución francesa, regentada por una pandilla oligárquica de unos cuantos centenares de opulentos y psicópatas personajes, era muy simple: el aniquilamiento de la Iglesia Católica en Francia y la destrucción de la dinastía sagrada de los reyes capetos. Ambos objetivos –considerando las dificultades– fueron cumplidos. De las muchedumbre ejecutadas, 350 eran religiosas (monjas) y 1,135 eran sacerdotes (entre los cuales un arzobispo y varios obispos).

El programa revolucionario de descristianización de Francia incluyó: la confiscación de todos los bienes de la Iglesia Católica, la destrucción de iglesias (todas ellas joyas de la arquitectura románica, cluniacence, góticas o renacentistas), destrucción estatuas e iconos religiosos, cruces, campanas y otros signos exteriores de religiosidad; y la institucionalización forzada de una religión anti-católica, el «Culto a la diosa Razón» o al «Ser Supremo». Celebrar el domingo era penado con la muerte. Los sacerdotes eran perseguidos, deportados o simplemente asesinados.

A una persecución tan feroz se le añadió la consiguiente apostasía de las masas que hizo que Francia dejara, hasta la actualidad, de ser una sociedad cristiana.

Los revolucionarios mandaron a colocar carteles a todos los cementerios (expropiados a la Iglesia también) que decían: «La mort est un éternel sommeil (La muerte es un sueño eterno)» Que era una manera de decir:

«¡Estúpido!: ¡la otra vida, la resurrección de los muertos y la segunda venida de Cristo son fantasías! ¡La guillotina es la única realidad!»

La destrucción de la monarquía católica

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Acabar con la dinastía capeta ungida con el aceite de la Santa Ampolla, acabar con los sucesores de Clodoveo Iº, fue más sencillo. El Rey Luis XVI era un tipo débil, bonachón y decente que no opuso a la revolución ninguna violencia. Se le apresó, se le condenó a muerte y se le guillotinó junto a varios miembros de la familia real. A su hijo se le hizo morir de hambre y maltratos.

La Convención nacional vota la condena a muerte del rey Luis XVI. Los votantes (con llamada nominal, por lo tanto de forma manifiesta) son 721. De ellos, 361 dicen ‘sí’ a la guillotina, 360 dicen ‘no’. La diferencia es de un solo voto, pero para el rey y la monarquía es el fin.

Ilustran bien el clima en que se desarrollaron la discusión y el voto, declaraciones como las del diputado jacobino Legendre, quien dijo estar convencido de la necesidad de ‘degollar al puerco` y enviar luego un trozo a cada departamento, como advertencia a los reaccionarios y exhortación para los revolucionarios. Danton recuerda en la Convención: ‘No queremos juzgar al rey, queremos matarlo’. Y Robespierre: ‘Ustedes no son jueces, no hay que hacer ningún proceso. Decapitar al rey es una medida indispensable para la salud pública’. El abbé Grégoire, el obispo líder de la Iglesia cortesana, quien ha jurado fidelidad al nuevo régimen, truena: ‘Los reyes son, en el orden espiritual, lo que la gangrena es en el orden material.’

Condenado a muerte que fue Luis XVI, lo condujeron a la guillotina, un día como hoy 21 de enero de 1793 (hace exactamente 228 años), en donde se dieron estos diálogos históricos:


(Vía)

…El resto de la jornada es relatado por el confesor de Luis XVI, el Abad Henry Edgeworth de Firmont, que acompañó al rey derrocado de su prisión al patíbulo.

«…Sus verdugos lo rodearon de nuevo y quisieron atarle las manos:

¿Qué pretendéis? les dijo el Rey retirando sus manos con vivacidad.

Ataros, respondió uno de los verdugos.

¿Atarme? Preguntó el Rey con indignación evidente: No, no lo permitiré jamás, haced lo que os ha sido ordenado, mas no me ataréis; renunciad a esa intención

Sire, le dije con lágrimas en los ojos, no veo en este nuevo ultraje sino una última semejanza entre Vuestra Majestad y el Dios que va a ser su recompensa»

Subiendo al patíbulo, el Rey pronunció la célebres palabras siguientes: «Muero inocente de los crímenes que se me imputan. Perdono a los autores de mi muerte, y le rezo a Dios porque la sangre que vais a derramar no caiga jamás sobre Francia»

El rey de los regicidas

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Sólo un par de años después del asesinato de Luis XVI, la bacanal sangrienta de los revolucionarios se volvió en contra de ellos y se fueron matando unos a otros, hasta que aterrorizados  por la fuerzas demoníacas que habían ellos mismos desatado, le pusieron un paro matando hasta el último de sus destacados líderes.

Agotados, los regicidas se vieron entre ellos bañados en sangre y, tomando conciencia de cómo les iba a recordar la Historia, decidieron cerrar filas y entregarle en 1799 el poder a un hombre fuerte que les cubriera, para la posteridad, sus espaldas. Decidieron darse a ellos mismos un rey.

Ese hombre fue el Ogro de Ajaccio, el corso terrorista… Bonaparte, el usurpador. Mejor conocido en la Europa de su tiempo como «el hijo del diablo»

Este hombre, cambió la guillotina por los cañones, restauró la esclavitud, estructuró el primer estado policíaco de la historia y comenzó una nueva masacre de proporciones legendarias… Pero eso es harina de otro costal, material para otros discursos.

Recordar que después de la muerte no hay sueño, sino Vida

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Veintidós años después de la muerte de Luis XVI, encontrados que fueron los restos mortales del sucesor de Clodoveo Iº, dos años después de la caída del corso terrorista, se ordenó la composición de una Misa de Requiem para pedir por el alma del Rey Guillotinado. Aplacadas momentáneamente las furias revolucionarias, se encargó una Misa de Réquiem en la que se recordó que la Vida Eterna sí existe.

El compositor italiano Luigi Cherubini nos salió, nada más ni nada menos, que con esto (El Dies Irae que, hoy por hoy, más me impresiona, por sobre el de Mozart y con gran diferencia):

FIN

25 comentarios leave one →
  1. 21 enero, 2012 2:18 PM

    Impresionante el Dies Irae. No obstante, todo esto es muy puñetero, amigo mío. Yo soy más partidario de aquello de «Miserere mei Deus meus secundum magnam misericordiam Tuam.» Al fin y al cabo, el Ogro de Córcega tomó el poder en la dulce Francia porque estaba en el lugar adecuado en el momento portuno, pero en principio no inició él la guerra, sino que se la encontró ya en marcha y se aprovechó de ello. Los tronos que atacaban la Francia revolucionaria, al igual que los gobiernos de la revolución, desde mi punto de vista, eran los ricos que mandaban a los pobres a matarse entre sí a bayonetazos. Soy poco dado a identificarme con ellos. Con los unos y con los otros. Más bien, creo que las personas decentes de hogaño tenemos la responsabilidad de dejar a un lado lo que nos pueda separar e intentar unirnos frente a los nuevos ogros. Si creemos en Dios o no, es algo a discutir entre nosotros.

    • 21 enero, 2012 2:55 PM

      Bueno, vamos a ver. Sin duda el Dies Irae es un poco «hard», pero no sólo no le faltan, sino que abundan párrafos apelando a la misericordia y a la bondad divinas. ¿Cómo evitar alguna lágrima cuando se canta: «Recordare Jesu Pie…» «Quaerens me sedisti lassus…» «Qui Mariam absolvisti, et latronem exaudisti…» Esta mezcla (a mi juicio adecuada) del «Juste Judex ultionis» con el «Jesu Pie» me parece fenomenal…

      «…no inició él la guerra…» Sin duda que no, los regicidas se la dieron ya comenzada y con el compromiso de no entregar nunca Bélgica (tal punto estaba explícitamente señalado en su juramento de coronación). Compromiso que hizo imposible la paz con Inglaterra (para quien Bélgica era extraordinariamente estratégica). Eso hizo imposible la paz, hasta que aplastaron al usurpador. Bonaparte (me disculparás que use su apellido) estaba llamado a ser una marioneta en manos de la oligarquia revolucionaria. Se negó a serlo, pero mientras les diera seguridad y vistorias no lo molestaron. En cuanto empezó a perder, se deshicieron de él (Fouché y su pandilla)

      ¿Eran ambas parte igualmente despreciables? lo dudo. El ancien régime, con todo lo decadente y corrupto que ya estaba, al menos significaba algo (con lo que me identifico). Además los tronos no eran ricos, ni de lejos. El capital, desde el siglo XIV estaba ya en otras manos… pero eso es harina de un costal muy grande que no cabe en este comentario.

      Dices: «…creo que las personas decentes de hogaño tenemos la responsabilidad de dejar a un lado lo que nos pueda separar e intentar unirnos frente a los nuevos ogros…» Estoy absolutamente de acuerdo. Pero pienso que eso es compatible con no ser obsequioso con el terrorista corso :D

      Dices: «…Si creemos en Dios o no, es algo a discutir entre nosotros…» Correcto: la discusión (la seria, la cordial, la lógica, la respetuosa…) es lo más propiamente humano. Y discutir (insisto: con respeto, amabilidad, con seriedad y con lógica) sobre Dios es lo más serio que hay. En otra ocasión podremos sumergirnos en esa disputatio, si te parece oportuno.

      Fue un placer leer tu comentario PCB. Te lo agradezco muchísimo.

      Saludos

      JC

  2. Roberto Galvez permalink
    21 enero, 2012 3:12 PM

    Excelente, mas claro no canta un gallo

  3. 21 enero, 2012 3:17 PM

    Yes. El Requiem de Cherubini es impresionante. La Revolución, paradójicamente, sublimó a sus víctimas y degeneró a sus protagonistas. Me fascina el tránsito de la frivolidad del Versalles pre-revolucionario a esas escenas de prisión-terror-cadalso que desvelan aquilatados a todos los personajes que las sufrieron, muy particularmente el Rey Luis y la Reina Mª Antonia. Los de la Schola Sainte Cécile tienen el buen gusto de organizar cada año una Misa de sufragio en la que cantan el Requiem de Eustache du Carroy, el que se interpretaba (desde el funeral de Enrique IV) en las exequias de los Reyes de Francia.

    • 21 enero, 2012 4:19 PM

      Don Terzio:

      De nuevo, es un honor el que nos hace con su visita.

      «sublimó a sus víctimas y degeneró a sus protagonistas.» Interesante observación, me gusta

      «Me fascina el tránsito de la frivolidad del Versalles pre-revolucionario a esas escenas de prisión-terror-cadalso que desvelan aquilatados a todos los personajes que las sufrieron, muy particularmente el Rey Luis y la Reina Mª Antonia.» No olvidemos a Madame Elisabeth y a los héroes de la Vendée y de modo muy particular a Georges Cadoudal (aunque ahora que lo pienso, estos últimos nunca vivieron en los lujosos salones, talvez por eso fueron tan aguerridos)

      «Los de la Schola Sainte Cécile tienen el buen gusto de organizar cada año una Misa de sufragio en la que cantan el Requiem de Eustache du Carroy, el que se interpretaba (desde el funeral de Enrique IV) en las exequias de los Reyes de Francia.»

      Estuve, don Terzio, en la iglesia de Saint-Eugène, en donde está la Schola Sainte Cecile y asistí a la Misa del día de Santa Genoveva, en donde tomé el vídeo de «Salva Fac Galliam». Son sencillamente maravillosos y refrescantes (me refiero a la Schola). Buscaré ese requiem y lo utilizaré en algún discurso por venir.

      Gracias inmensas por venir a nuestra bitácora.

      Saludos

      JC

  4. 21 enero, 2012 3:57 PM

    Pues qué te puedo decir mi amigo, siempre es un placer leerte.

    Sobre todo porque se constata algo harto sabido. La historia es un enorme ciclo de crueldades, a veces en nombre de un dios, a veces en nombre de otro.

    Acabar con iglesias… malo no suena, aunque no de esa forma, claro está (y sé y doy por sentado tu eterna defensa de tus creencias, pero espero recordés las mías, jeje)

    Disfruto de las lecciones de historia, tanto como de la reiteración de la idea de que la humanidad no es más que una corta gripe para el planeta, como siempre lo he dicho.

    Saludos JC, te repito que siempre es un placer leerte.

    • 21 enero, 2012 4:45 PM

      Y para mí siempre es un placer recibir tus visitas y comentarios, Alberto.

      Dices: «…La historia es un enorme ciclo de crueldades, a veces en nombre de un dios, a veces en nombre de otro…»

      No, Alberto. Historia no sólo es eso. Es también cultura, es también civilización, es también progreso humano y espiritual. La Historia humana es arte, es música, es Bach, es Pergolesi y Tchaikovsky. Es Calderón de la Barca y Chesterton. La Historia es tambien una cadena de triunfos del espíritu y de descubrimiento de la naturaleza. Es un montón de cosas buenas mezcladas con un montón de cosas malas.

      La sabiduría está en verlo todo y DISTINGUIR. Distinguir entre lo malo y lo bueno. «Pensar es distinguir» decía Aristóteles, si no se distingue, no se piensa. Incluso en la épocas más tenebrosas de la humanidad se puede apreciar, cuando hay voluntad de verlos, destellos de grandeza como el perdón que el Rey otorgó a sus enemigos antes de morir (contra quienes nunca ejerció violencia). Esas actitudes del espíritu (que no son de cualquiera) resplandecen tanto en medio de la oscuridad de la maldad, que es necesario ser ciego para no verlos. Cuando se ha leído lo suficiente, y –créeme– nunca es suficiente, lo anteriormente dicho aparece como una verdad irrebatible.

      Dices también: «…Acabar con iglesias… malo no suena, aunque no de esa forma, claro está…»

      En veinte siglos de cristianismo se han intentado todas las formas, no es momento de inventar el agua helada, y todas esas formas han acabado y siguen acabando en un callejon de tiranía y de muerte. Y no es que no suene malo, ¡ES malo! Es una muestra supina de intolerancia y de no soportar que el prójimo crea en lo que le dé la gana.

      Dices: «…la humanidad no es más que una corta gripe para el planeta…»

      Tampoco Alberto. Tú eres parte de la humanidad y sólo tu existencia, tus virtudes, tus actos, tu amor hacia tu esposa, padre e hijas hacen que seas más valioso que el universo entero. Lo mismo vale para tu padre, tus hijas y tu esposa. Puedes a veces actuar mal, pero eso no te hace malo. Ni a ti, ni a los demás. Ni ellos, ni tú, ni yo, ni los lectores de este blog, ni mi papá, ni mi mamá, ni mi esposa, ni mi hijo, ni los demás… son un virus, como lo afirma el gnosticismo (y como uno repite después de recoger lo que la calle, la literatura de folletín y lo peor de la industria cinematografico-televisiva nos «enseña»). Eso de que el ser humano es un virus es lo que decían los revolucionarios franceses y otros que han querido imitarlos, de los que consideraban sus enemigos. ¿Consecuencia? La muerte, pues los virus se exterminan. No puede escogerse una alegoría más cruel, inmisericorde y ofensiva.

      El que la humanidad sea el pináculo del universo (a pesar de sus defectos) no es una cuestión de creencias, no es sólo una cuestión de Fe, es una cuestión contrastable y demostrable por el uso de la sola razón, por la superioridad del espíritu sobre la materia. Claro, que debatir sobre tal cosa toma más de cinco minutos y exige la profunda convicción de que uno puede estar equivocado. Ojalá algún día tú y yo los tengamos.

      Saludos Alberto, te agradezco enormemente tu visita.

      • 21 enero, 2012 5:57 PM

        Sí, en definitiva deberíamos de tenerlos :)

        «Y sin embargo se mueve» my friend.

        Supongo que, como cualquier especie, la humanidad también encontrará su momento de pasar a ser un recuerdo (de si es malo o bueno el recuerdo es de lo que deberíamos de hablar en esos más de 5 minutos)

        Cierto, cosas buenas y cosas malas, para nosotros como especie, pero difícilmente para nosotros como entidad que comparte el lugar con otras tantas especies. Tal vez ahí radique la discrepancia (tan deliciosa siempre)

        Saludos JC, debemos de buscar esos minutos mayores a cinco.

        • 21 enero, 2012 6:05 PM

          «…debemos de buscar esos minutos mayores a cinco…»

          Y en nuestro caso, debería ser fácil. Alberto. Llamémonos y pongámonos de acuerdo un día.

          Saludos y nuevamente, gracias.

  5. Lic. Luis Gabriel Reyes Alfaro permalink
    21 enero, 2012 5:53 PM

    Interesante documental y sobretodo valiosísimo. Sobresale siempre en épocas de guerra la violación a los derechos humanos y se demuestra que cuando las decisiones están tomadas no hay marcha atrás, como sucedió con la sentencia del Rey Luis XVI.
    Otro punto a destacar es que cuando se cuando se ostenta el poder fácilmente se cae en los errores del pasado y el o los cabecillas se convierten en opresores y transgresores.
    El Requiem de Cherubini, sensacional como que hace una relaciíon entre la vida y la muerte y como se puede llegar al perdón.
    Es necesario una lectura mas concienzuda del documento para un análisis profundo. No me queda más que felicitarte JC por tan valioso aporte. porque te digo, esto me sirve de insumo para trabajarlo con los jóvenes. Lindo material de consulta.

    Hasta la próxima. Tu amigo Luis Gabriel

    • 21 enero, 2012 6:03 PM

      Gracias, Luis. Efectivamente el Dies Irae empieza, digamos, como «muy amenazante», pero aterriza en una petición de perdón que conmueve hasta a las piedras.

      Me alegra que te haya gustado y espero que le sea de utilidad a tus jóvenes alumnos.

      Te agradezco la visita y los comentarios.

      Que tengas un feliz fin de semana.

  6. 21 enero, 2012 9:08 PM

    La literatura de folletín, la propaganda y la industria
    cinematográfico-televisiva me han servido a mi
    a saber que hay mas detrás de su dramatizado evento histórico. Aveces pienso
    Que esa es la puerta, si uno tiene la curiosidad, ha escarbar mas, sobre eventos
    Históricos, que han sido retratados de manera simplista. No estava
    altanto de el numero de ejecutados, como también me he dado cuenta que no solo
    la monarquía fue el blanco de la revolución. Pero si desconocia sobre el ataque que fue sometida la iglesia.

  7. Luis permalink
    22 enero, 2012 12:15 PM

    La historia se repite en difetentes lugares de la faz de la tierra,

  8. 22 enero, 2012 5:40 PM

    La revolucion Francesa y su legado a la posteridad, fue la de darnos a nosotros la LIBERTAD de escoger a nuestros gobernantes, es decir la practica de la democracia, por supuesto que toda organizacion compleja es susceptible de corrupcion y esto nos lleva diferentes formas de vivirla. Unas mejores y mas exitosas que otras. El capitalismo con todos sus defectos a prevalecido sobre la otra corriente de pensamiento del siglo XX.
    La historia mi buen amigo Conde de Orgaz, ha sido escrita a tajo de espada, humo de polvora y recientemente por la implosion que desencadena la fision nuclear.
    Si somos pesimistas, estamos mas cerca del fin del sistema tal y como lo conocemos, la pregunta es, COMO Y CUANDO SERA EL SIGUIENTE PASO EN LA EVOLUCION DE LA HUMANIDAD, Y CUANTA SANGRE TENDRA QUE FERTILIZAR EL SUELO PARA QUE SE LLEVE ACABO.

    • 22 enero, 2012 9:01 PM

      Bienvenido Manuel.

      Dices: «…La revolucion Francesa y su legado a la posteridad, fue la de darnos a nosotros la LIBERTAD de escoger a nuestros gobernantes, es decir la practica de la democracia…»

      No, eso no es históricamente verdad. Si te refieres a sustituir una Monarquía hereditaria por una república, eso fue legado directo de las repúblicas medioevales como Génova, Venecia, la Ciudades libres del Imperio, los cantones suizos y la Liga Hanseática. Dicha tradición fue recogida por la Unión Americana en su independencia en 1776 (12 años antes de la revolución francesa) y desde allí irradió a otros lugares del mundo. La revolución francesa sólo fue un exabrupto que intentó cortar esa tradición (suprimiendo por la fuerza bruta, y para siempre, las seculares repúblicas de Venecia y Génova, por ejemplo).

      Pero si te refieres a la práctica parlamentaria, tampoco es cierto que haya sido legado de la revolución, pues en el antiguo régimen, Francia, Inglaterra, el Imperio Alemán, España, Polonia y prácticamente todos los países de la época de la Cristiandad (desde el siglo VI en adelante), ya contaban con prácticas parlamentarias electivas, sofisticadas y tan complejas como las actuales (pero más estables).

      Otra posibilidad es que te refieras a la electividad de la primera magistratura. Tampoco eso fue «invento» ni «legado» de esa carnicería que llamamos la revolución francesa. Fue legado de las repúblicas que ya mencioné y de la tradición política anglosajona a través de la figura del primer ministro británico y el Presidente de los Estados Unidos de América (todo eso décadas y aún siglos antes de las masacres francesas). Durante la revolución francesa nunca, nunca se eligió al primer magistrado. Nunca. Ni siquiera se inventó el sufragio universal (que ya estaba implantado en la Edad Media) sino que más bien lo suprimió y lo sustituyó por el sufragio censitario exclusivamente masculino, quitándole a las mujeres su capacidad de voto que ya estaba consolidado en los burgos y aldeas medievales.

      Por lógica consecuencia de lo anterior, tampoco puede decirse sin ir en contra de lo que nos revelan los acontecimientos históricos puros y duros, que la revolución francesa haya inventado o legado a la posteridad la democracia, todo lo contrario. La pretensión de los círculos regicidas, que constituyeron la oligarquía dominante durante la revolución, fue legar a la posteridad dos cosas:
      1) una Francia territorialmente engrandecida con la conquista de Bélgica y de la margen izquierda del Rin; y
      2) Una dinastía imperial encarnada en Bonaparte.
      No logró ninguna de ambas cosas.

      Lo que sí logró la revolución fue erigirse como modelo para la serie de estados dictatoriales policíacos de la posteridad. Eso sí fue invento de la revolución. También se erigió como modelo para todas las persecuciones a la Iglesia que hubo en el siglo XIX, XX y XXI, y en eso tuvo mucho éxito, sobre todo en México, China y en España (en donde la superaron con creces), aunque la lista es larguísima.

      Lo que ocurre es que los mitos alrededor de la revolución francesa son omnipresentes y pocas veces las sometemos a una mínima critica histórica. Eso es precisamente lo que pretendo con este discurso y es lógico que eso vaya a contrapelo de lo que habitualmente estamos acostumbrados a escuchar o leer sobre tal evento.

      Dices: «…La historia (…) ha sido escrita a tajo de espada, humo de polvora y recientemente por la implosion que desencadena la fision nuclear. (…) la pregunta es, COMO Y CUANDO SERA EL SIGUIENTE PASO EN LA EVOLUCION DE LA HUMANIDAD, Y CUANTA SANGRE TENDRA QUE FERTILIZAR EL SUELO PARA QUE SE LLEVE ACABO…»

      No me parece un planteamiento correcto por la siguiente razón: Hegel decía que el motor de la historia era la guerra y que la humanidad estaba inscrita en un proceso de evolución líneal necesaria que hacía que cada etapa histórica fuese mejor y más perfecta que la precedente. Tal hipótesis fue recogida con algunos cambios por el marxismo que afirmaba que la lucha de clases era el verdadero motor de la Historia tomando prestado lo de la evolución necesaria. Desde ese punto de vista, el ser humano sólo era un momentum de la colectividad y de los procesos históricos y su liquidación estaba justificada en aras del supuesto progreso necesario

      Esa hipótesis (por la dinámica propia de su lógica interna) exigía el corolario del «Fin de la Historia», que Hegel identificaba con el Estado Prusiano del siglo XIX, el marxismo con la «implantación del comunismo y la desaparición de las clases sociales» y más recientemente el académico hegeliano, Francis Fukuyama, con el capitalismo de finales del siglo XX.

      Los tres estaban equivocados. La historia sigue, pues la hipótesis de que el conflicto es el motor de la Historia es falsa. La Historia la hace –bien a veces, mal otras veces– el intelecto humano. La Historia no sólo es guerra. La Historia no sólo es eso «espada, humo de polvora y bombas atómicas». Es también cultura, es también civilización, es también progreso humano y espiritual. La Historia humana es arte, es música, es Bach, es Pergolesi y Tchaikovsky. Es Calderón de la Barca y Chesterton. Jerome Lejeune y Aristóteles. La genética y la física cuántica… La Historia es tambien una cadena de triunfos del espíritu y de descubrimiento de la naturaleza. Es un montón de cosas buenas mezcladas con un montón de cosas malas. La guerra es sólo una de esas malas cosas. Reducir la Historia a Guerra es un reduccionismo que no ayuda a comprender el fenómeno humano.

      También la hipótesis de que la humanidad evoluciona ascendentemente de modo necesario también es falsa, como expuse en el discurso «Los tesoros perdidos» (puedes leerlo pulsando aquí). La evolución de la humanidad no es tal, ni es sostenida, ni es lineal. Hay retrocesos en la Historia (muchos) y la revolución francesa es uno de los más drásticos.

      Como consecuencia, y en virtud del inmenso valor de la dignidad humana, no hay progreso o aparente progreso político que valga una vida. La vida, la sangre humana, no es «abono adecuado» de ninguna lucha de poder. La vida de cada ser humano vale más que cualquier sistema político por muy utópico y perfecto que quieran pintárnoslo.

      Eso pienso.

      Saludos, Manuel y gracias por tu jugoso comentario.

  9. Roger Guzmán. permalink
    24 enero, 2012 3:19 AM

    Al leer esto me dan ganas de llorar: Confirma mi idea de que para que un pueblo comprenda los planteamientos de una propuesta, que se ha pensado para el desarrollo social, intelectual, de la democracia o el que sea, primero debe caer en la radicalización. Después de esto, parte del ideario se desaparece y se sataniza, y otra parte se queda en nuestras prácticas cotidianas. Yo no creo en las malas intenciones de esta revolución; creo que pelearon contra el dogmatismo, con dogmatismo.

    • 26 enero, 2012 1:28 PM

      Gracias por leernos, Roger. Tus visitas y tus comentarios ayudan a hacer de esta conversación algo serio y enriquecedor. Pasemos a los contenidos de tu comentario:

      Dices: «…para que un pueblo comprenda los planteamientos de una propuesta, que se ha pensado para el desarrollo social, intelectual, de la democracia o el que sea, primero debe caer en la radicalización…»

      No lo creo así. La gente no es tan tonta como a veces pensamos. Esos excesos de viloencia irracional sólo se dan cuando esas «propuestas» como tú les llamas, son irracionales y tiránicas. La creación y el desarrollo de las instituciones de la sociedad se han dado, normalmente, sin violencia y con la colaboración e involucramiento de las comunidades (así en Grecia, en Roma y en la Edad Media y en cientos de miles de ejemplos más). La violencia es la piedra de toque de las propuestas inhumanas, como la de la revolución francesa. Lo que ocurre es que nadie lee ya nada serio (libros Históricos, me refiero) sobre la revolución y nos quedamos con la propaganda que la justifica y santifica. Cuando los hechos le llevan la contraria a nuestras creencias así obtenidas sobre ella, nos desconcertamos.

      Dices también: «…Yo no creo en las malas intenciones de esta revolución…»

      En los acontecimientos históricos, las intenciones cuentan muy poco. Lo que valen son los hechos, los resultados, los registros. En ese sentido, es lógica y correcta tu actitud de asumir buenas intenciones en todo el mundo. Estoy de acuerdo con ello –ya te lo he dicho antes–, pues de todos modos nos es imposible escrutar la profundidad de las conciencias. Yo no juzgo la rectitud o no de sus intenciones (a menos que algún personaje histórico en cuestión las confiese y consten registros históricos creíbles de tal confesión), sólo me remito a los hechos y a lo que cualquier tratado de historia de la revolución recoge como incontestables hechos históricos

      Dices también: «…creo que pelearon contra el dogmatismo, con dogmatismo…»

      ¿Dogmatismo? ¿Del Rey? ¡Si le dio su visto bueno a todas las «propuestas» revolucionarias! ¡Si no les opuso ninguna violencia! ¡Colaboró con ellos, hasta que vio claro que su propósito era liquidarlo! Ya era tarde, claro.

      ¿Lucharon contra el dogmatismo de la Iglesia Católica? ¿Cuál de sus dogmas merecía una represión tan feroz? Los dogmas de la Iglesia Católica son muy precisos. ¿Cuál de ellos les molestaba tanto? ¿El de la Santísima Trinidad? ¿El de la Encarnación de Cristo? ¿La Asunción de la Virgen? Eso del «dogmatismo» de la Iglesia, que nos lo han vendido hasta en las sopas, no se refiere en realidad a ningún dogma (técnicamente hablando). La palabra «dogmatismo» encierra la encarnizada voluntad que los oligarcas de la revolución tenían de destruir a la Iglesia (y a todas las denominaciones cristianas) y halla sus motivos más profundos en la crítica despiadada e irracional que en las décadas previas a la revolución hicieron Voltaire, Diderot, Rousseau y otros. No cabe en este comentario un análisis a profundidad de lo que fue en realidad la Ilustración del siglo XVIII (no de lo que nos dice la literatura de folletin y la TV que fue) pero es un análisis que se merece más de algún discurso futuro.

      En todo caso: por muy condenable que nos parezca una fe religiosa (asumiendo que el «dogmatismo» sea cierto, preciso y nocivo), la violencia no es la solución. Nunca lo será.

      Eso pienso

      Y tienes toda la razón, Roger: es para llorar.

      Gracias por venir y ayudarnos con tus puntos de vista, Roger, te los agradezco mucho

      Saludos

      JC

  10. PATRICIO ANTONIO KENNEDY FLORES. permalink
    24 enero, 2012 12:36 PM

    ESTIMADO JC,ESTA FABULOSO ESTE DISCURSO,ESO ME LLEVA A VOLAR EN LA HISTORIA Y DECIRTE,QUE PRECISAMENTE EN ESA EPOCA, SE DIO UN ACONTECIMIENTO MUY IMPORTANTE Y PROVOCADO POR FRANCIA Y ALEMANIA PRECISAMENTE,ES CUNDO SE DECIDE TENER 3 PAPAS,UNO EN ROMA,OTRO EN ALEMANIA Y EL TERCERO EN FRANCIA.. POR QUE LA MONARQUIA FRANCESA ASI LO REQUERIA,YA QUE NO QUERIAN SEGUIR SIENDO CORONADOS POR UN PAPA QUE VINIERA DE ROMA Y ESO ME LLEVA A REFLEXIONAR EL POR QUE DE TANTA MASACRE EN ESA EPOCA Y EN ESPECIAL CONTRA LA IGLESIA. EXCELENTE DOCUMENTO JC Y GRACIAS POR PERMITIR QUE PUEDA ENRIQUECER MI INTELECTO CON ESTA BELLEZA DE DISCURSOS. SALUDOS AMIGO.

    • 26 enero, 2012 1:32 PM

      Más bien, gracias a ti por ayudar a que estas conversaciones se hagan interesantes, Patricio. Eres muy amable por leernos y regalarnos tus opiniones.

      Saludos y suerte en todo

  11. Francisco permalink
    24 enero, 2012 8:17 PM

    Hola Conde.Se han abierto muchas ventanas de exploracion historica con tu exposicion.Eso es un gran merito.Y, sobre todo, el alto nivel intelectual que refleja el debate en este espacio

    1.Hay que reeler la revolucion Francesa con una perspectiva mas imparcial; de igual forma la Historia de Napoleon Bonaparte.Pero Tambien el papel de la Iglesia Catolica,

    2.Al mismo tiempo estudiar la historia de las Monarquias, de entonces y actuales.
    Es decir,mientras en Inglaterra la Monarquia abosolutista llegaba a compartir cierto poder con los nobles» para convertirse en Monarquia Parlamentaria.,esto le permitio sobrevivir y pedurar….en el tiempo.

    Suerte.

    • 26 enero, 2012 1:54 PM

      Te agradezco tus palabras, Francisco. Pero en realidad son los comentarios y puntos de vista de lectores como tú los que hacen que estas conversaciones adquieran un nivel serio.

      Recomiendas: «…reeler la revolucion Francesa con una perspectiva mas imparcial; de igual forma la Historia de Napoleon Bonaparte.Pero Tambien el papel de la Iglesia Catolica…»

      Sin duda. El hecho de que la lectura sea imparcial se asienta en el presupuesto de que se haya leído tratados históricos del tema que presenten ambas caras de la moneda. Sin lectura seria, no hay información real ni imparcialidad posible. Y tu recomendación es tanto más válida en la medida en que en nuestro ambiente es usual opinar sin datos en la mano. Es decir, como decía al inicio de este discurso, nos contentamos con repetir la propaganda exculpatoria de la revolución francesa que la calle, la literatura de segunda o tercera mano, y la TV nos transmiten.

      Ahora bien, en lo que respecta a los hechos históricos, a mí no me preocupa en demasía que el autor sea parcial en sus juicios. Es un hecho de que la asepsia emocional pura con respecto a los eventos históricos es imposible. Lo importante es que el historiador en cuestión esté bien documentado y transmita la integridad de los hechos y de los procesos históricos de los que se trata. En este sentido me parece que un imprescindible para comprender estos hechos es la Historia de la Revolución Francesa de Adolphe Thiers y su Historia del Consulado y del Imperio. Adolphe Thiers (quien décadas después de escribir su compendioso tratado llegó a ser Presidente de la III República Francesa) pretende defender la bondad de la revolución y el legado de la misma y del período bonapartista. Es decir: no es imparcial en sus juicios. Pero la obra es de tal magnitud, tan completa y tan documentada, que eso no importa. Los hechos hablan por sí mismos y muestran, ponen en evidencia, las difíciles posiciones ideológicas del autor, así como su pericia como historiador. Además, el cotejo con otras obras menores (como las obras de Chateaubriand o Pierre Gaxotte, por mencionar solo un par) ayudan a echar luces en esos complejos acontecimientos.

      Ya me alargué. Creo que va a ser necesario seguir con varios discursos sobre esta época tenebrosa para ir quitándonos las telarañas. No creas que soy optimista al momento de evaluar mis posibilidades de éxito. A veces estamos tan enamorados de la visión que tenemos de determinadas cosas, que cambiar algo tan emocional es sencillamente imposible. Ni los hechos pueden a veces contra ello.

      Gracias por desearme suerte, la necesitaré.

      Saludos, Francisco

  12. 21 enero, 2018 7:22 PM

    Al Autor del Blog: Si su juicio sobre Napoleón Bonaparte fuese así, ¿Porqué para la mayoría de los franceses es considerado quien mas contribuyó en la Historia de Francia?

    • 22 enero, 2018 10:52 AM

      Para mí, también Napoleón es uno de los que más contribuyó en la Historia de Francia. De hecho es un personaje fascinante hacia quien es muy difícil no sentir admiración. Pero no todo fue positivo. Es un personaje histórico con luces y sombras como todos. La admiración y la fascinación que ejerce no debe, en todo caso, hacer que uno quite las páginas de la Historia que escribió y que no son del todo decorosas. Lo que hizo Bonaparte, lo hizo, y no procede ocultarlo. Apologistas, a Bonaparte, le sobran. Es necesario poner a la vista lo que la mayoría de sus Hagiógrafos ocultan.

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